Llevaba años queriendo
retomar la actividad de este blog. Ni siquiera recuerdo los motivos que me
impulsaron a dejarlo. Hace prácticamente tres años cuando escribí la última
entrada. Era sobre Un tranvía llamado
deseo, lo recuerdo bien, yo estaba en una estancia Erasmus allí en Potsdam,
cerca de Berlín. En uno de mis paseos a
la facultad, o mejor dicho, en uno de mis paseos a la biblioteca; encontré un
ejemplar de la obra bastante antiguo. Siempre me ha gustado la historia que
tiene un libro (tal vez pueda comentar en otro post algunas de las que he
encontrado). El caso es que esta edición, encuadernada con una cubierta de piel
rojiza, estaba sellada por la Armada de los
Estados Unidos. Este dato me motivo mucho para su lectura, y de hecho, le conté
la casualidad, o el encontronazo si se prefiere, a todo el mundo con el que mantenía
una estrecha relación. Tus “frikadas” no interesan a nadie- me dije.
Bibliófilos créanme, hay
libros que es mejor tener uno mismo. De hecho, si tuviera que enumerar
brevemente las tres reglas del buen bibliófilo diría:
-No prestar (que no los
devuelven)
-No rechazar (cualquier
libro es bueno, si alguien te lo regala será… será por algo)
-No ordenarlos (¿para qué?,
si vas a adquirir dos nuevos mañana de otra editorial y no vas a saber cómo ni dónde
ponerlos)
Como puede apreciarse,
parece que el autor de este blog tiene más inquietudes de las que debería. Es
por eso que prácticamente en la misma fecha que escribí la última entrada de
este blog empecé otro. Me sentía bastante solo en aquella época y parece que
necesitaba mostrarme algo a mí mismo y a los demás, o al menos transformar todo
el tiempo que gastaba de ocio en algo productivo. Si este blog trataba solo
sobre teatro, el otro pretendía ser sobre videojuegos y literatura, también
cine, aunque es cierto que no le echo tanto tiempo a ese hobby. Este es el
enlace a aquél blog: http://alterminarelcafe.blogspot.com.es/.
Realmente esto viene a que tuve la suerte de conocer a un psicólogo granadino
el cual estaba muy metido en cultura. Él siempre decía que había que cultivar
solo tres artes porque era imposible llevar al día más. Para él eran: la música, el cine y la
literatura. Bien-me dije- los míos son: teatro, literatura y videojuegos. Ahora
no es así, han pasado tres años. No juzguen.
Resumiendo, dos blogs,
uno de literatura y tonterías varias para aprovechar el ocio y el otro sobre
teatro, el cual tiene unos productivos intervalos temporales. Es cierto, antes
de irme de Erasmus me dio muy fuerte por la lectura de obras teatrales, podía
leerme una al día y hacer su correspondiente entrada. Eran de cualquier género
o estilo, desde Dario Fo hasta Marlowe. Eso fue motivado tras un fracaso,
podría decirse grupal. Varios compañeros de teatro junto conmigo intentábamos hacer
teatro en Cádiz, la ciudad en la que vivo, y todo lo que había parecía sabernos
a poco, al menos a mí, quien deseaba con locura hacer una obra: La Cantante Calva.
Justo antes de ir a mi
estancia en Potsdam, reuní unos colegas con más o menos experiencia teatral y
leímos la obra. Les encantó y decidimos montarla en cuanto volviera a España. Y
así lo hicimos. Cree el grupo Esperando Teatro en Alemania, su email y su
planteamiento ideológico y, extrañamente, el correo sigue apareciéndonos en
alemán. Se estrenó el 30 de Mayo de 2014 y desde ese día no he parado de pensar
en futuros proyectos teatrales para hacer con este grupo, el cual desde mi
punto de vista, a veces tiene unas expectativas y unas pretensiones muy altas
para ser teatro aficionado, pero creo que aprendemos mucho y nos lo pasamos muy
bien. A nivel personal, y profesional el grupo nos ha enriquecido a muchos
durante estos tres años en los que hemos montados cuatro obritas.
Recuerdo cual iba a ser
mi próxima entrada para el blog: Una segunda entrada sobre La ópera de tres centavos o Die Dreigroschenoper. Motivado por contar mi experiencia de
cuando fui a la cuarta fila de butacas del Berliner Essemble, el teatro de Brecht,
para ver esta obra dirigida por Bob Wilson, ni siquiera sabía que lo que estaba
presenciando estaba tan reconocido, no sabía quién era el director, ni los
actores ni nada. Solo sabía que quería ver la obra en ese teatro y sinceramente
fue un verdadero choque de emociones, incluso teniendo en cuenta que la obra
estaba en alemán. Me pasó un poco como a Juan Mayorga cuando presenció aquella
producción coreana. Cuando llegué a casa me senté en el ordenador, procuré
escribirle una entrada, quería contar lo que había visto, las sensaciones que
había tenido, lo inverosímil que era la iluminación, las formas imposibles de
la escenografía, la clara imagen de la sombra de una persona, quería describir
cómo era el teatro, por dónde me perdí en el descanso, cómo era las gorras de Brecht
que vendían en la taquilla, cómo era el público e incluso le cambié el título
al blog por haber podido estar en esas butacas. Simplemente no pude, no pude ni
una palabra. Creo que me sentí solo por haber presenciado algo que para mí, en
ese momento, fue la mejor obra que había visto en mi vida. Quería que la gente
lo conociera, pero no le veía la utilidad. No me entenderían-me dije- y dejé
verle utilidad al blog. El vídeo que os dejo es un poco..."piratilla"
Probablemente estas sean
las causas por las que dejé este lugar de encuentro. Evidentemente jamás dejé
la lectura de novelas de gasolinera, ni de obras dramáticas, tampoco los
videojuegos (¡ahora hay videojuegos tratados como verdadero arte!). Tal vez el comienzo
del otro blog me supuso demasiado tiempo. Tal vez dejé de leer obras de teatro
que verdaderamente me llamaran la atención. Quizás el grupo de teatro me ha
robado más tiempo del que esperaba en un principio. Puede que la obra de Bob
Wilson me dejara desear una aspiración mayor para mi blog, tenía que honrar la
obra como público al fin y al cabo. Sea como fuere, dejé de escribir, dejé de
comunicarme conmigo mismo, dejé de esforzarme en mí.
Esto de escribir es
importante-me digo. Mis “frikadas” siguen sin ser interesantes. Las
pretensiones del blog eran difundir un poco las obras de teatro y que la gente
lo leyera a ver si sonaba la flauta y entonces de repente te llamaba el diario
local a que le escribieras críticas. Adelanto que eso no pasó. La cuestión es
que empecé muy fuerte, muy duro conmigo mismo. Deseoso, como siempre de teatro,
pero con unas aspiraciones irrealistas. No sabía ni papa de teatro en realidad.
Ahora tras tres años
dirigiendo y muchos otros en la actuación sin olvidar lo más importante, tras
muchos años como público, me veo en la necesidad de escribir este blog. Será en
esta ocasión de forma desentendida y coloquial, intentando exponer lo que surja
de mis ideas y reflexiones. Tratando de ser subjetivo y objetivo al mismo
tiempo. Procurando contar anécdotas y obras de teatro por igual, estas siempre
van de la mano. Así que ¡Hagan ruido, reabrimos las puertas de nuevo! Pero no
se preocupen, en este teatro, la entrada es gratis.
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